viernes, 19 de marzo de 2010

DESPOJO


Muerdes mi voluntad
desgarrándola de tajo
desabotono mi consciencia
y cae ligera por mi espalda
mi desnudez rosada
inerte,
se muestra ante tus pupilas
llenas de deseo.
Pero me has despojado
busco entre mis resquicios
algún espacio de aire
dónde hubieran podido
sobrevivir mis ganas.

Tus miradas me tocan
toda,
con un ritmo de orquesta
descuidada,
tus manos quietas, aún,
absortas, no han podido
abandonar el reposo,
lo agradezco, lo reprocho.

Las heridas se presentan
hermosas, abiertas,
carmín mortuorio
se vislumbra,
su contenido negro
ya no tiene pudor
al revelarse.

El sinsabor de los minutos
adormece la lengua.

martes, 16 de marzo de 2010

TEN CUIDADO: Los recuerdos andan sueltos, pueden alcanzarte.

lunes, 8 de marzo de 2010

RENUNCIA

Renuncio a vestirme de gala,
a ser una herramienta del poder

Renuncio a las palabras complecientes
y endulzadas que gustarán
pero también a las que a causa de
su estruendo intentan trascender

No quiero ruido sin melodía
no quiero cursis razones
no quiero caos simulado
no quiero orden sin fuego

Renuncio a llenar la hoja
de palabras blancas

Renuncio a la perfección
a esa perfecta simetría
que no deja espacio para
el vació, para el misterio

Renuncio a la enunciación
de vanguardia
que se apoya en modelos
exitosos

Renuncio a huir de la verdad
ocultandome tras la engañosa
belleza

Renuncio a la provocación
ingenua o tramposa
que alborota consciencias
con ideales de unos cuantos

Renuncio a la etiqueta de un partido
de una clase o una lucha
cuando mi única pelea es con
el sendero de la letra
de la letra verdadera,
de la letra que no distrae
de la letra que desgarra
que a veces calla
para retomar su fuerza

Renuncio a no hacer
que cada línea
pueda levantarse de la hoja
darte un zarpazo en la cara
roer la realidad
proponer una nueva

Renuncio a responder
a dar consuelo
a elogiar,
a reproducir la existencia

Renuncio a dar vida a lo conocido
a no crear una camino alternativo
del entendimiento, del sentido
de cada sentido
del sentir inestable

Renuncio a estar quieta y mantener
posturas,
me reconozco eterno movimiento
flexibilidad errante

Renuncio a no ser espejo
para que encuentres
tu rostro entre mis letras
tu rostro
distorsionado
entre mis letras,
a causa de ellas

Renuncio a ser una idea acabada
y a terminar siendo una sola idea

Renuncio recorrer caminos desgastados
pero es inevitable
tal vez,
a lo único que pueda renunciar
es a no ser yo
y esa renuncia se vuelve falsa
porque soy todos
soy lo que han sido, lo que han
escrito, su producto es lo que soy

Sólo espero que te cimbres.
Renuncio a no provocarte nada.

sábado, 6 de marzo de 2010

MIGAJÓN






Tengo ganas de salir a caminar. No llueve aún, pero el olor a humedad me previene. Me calzo las botas de cuero, tomo el impermeable rojo, y sin carga adicional, salgo. En el bolsillo del pantalón llevo dos cigarros y algunas monedas. No quiero fumar de más.

Mi piel, al entrar en contacto con el aire frío del exterior, se estremece.
Por toda la cuadra el olor intenso a pan se extiende placenteramente, mi nariz detecta tu cercanía.

Camino en dirección a tí, lentamente voy trazando tu rostro con mis pasos. Probablemente no estés, tal vez no te encuentre trabajando en el lugar del que emana ese aroma, que ahora es mi favorito.

Al fondo de la calle, casi al llegar a la avenida, la visión de los algodones de azúcar recién hechos, gana toda mi atención, me detengo, compro uno morado y gordo, tan bonito que quisiera conservarlo.

Continúo un poco más allá, donde el letrero blanquiazul de Panadería Pepe parpadea levemente, sus intervalos de luz, entrecortan mi respiración. Ya te ví...entro.

Me dirijo sin titubeos (aparentes) por una charola para el pan y las pinzas con las que elegiré entre el bizcocho y el garibaldi, mientras te espío de reojo. Estás justo frente a la mesa de trabajo, llevas una playera blanquísima, que ya bañada en sudor, trasluce el perfecto delineado de tu espalda, tus huesos, tu columna vertebral, tus hombros que con el esfuerzo resplandecen.

Meto en mi boca un pedazo grande de algodón, se disuelve muy lento, al tiempo que observo tus manos, tus grandes manos acariciando una masa tersa, hinchada, amasando acompasadamente, los dedos se hunden suaves, mientras va tomando forma, la golpeas un poco, comienzas de nuevo, disfrutas tu labor, lo veo en tus ojos, en tus labios húmedos que esbozan una ligera sonrisa.

Intento pasar inadvertida, no quiero que me veas, que me saludes, doy la vuelta para perderme detrás de las donas recién salidas del horno.

Ya me has visto, te acercas. Tus pupilas están dilatadas, tus mejillas enrojecidas y tu olor, tu olor a levadura fresca combinada con horas de trabajo llegan a mi nariz como una señal veloz que altera mis sentidos.

Escalofrío. Sonrió. Me besas la mejilla en la que dejas un ligero rastro de sudor, decimos palabras comunes
que ya no recuerdo, mi mente está ocupada en la rápida exploración de tu cuerpo, recorre dedos, muñecas,
brazos, pecho. Dios, debo parar o te vas a dar cuenta...intento concentrarme, pero luego te quitas el delantal y puedo ver tu delgado y fuerte tronco, pecho perfecto, eres flaco, y si bajo un poco la mirada, adivino tu abdomen enmarcado por una perfecta estructura ósea que desearía rozar con mi lengua...

-¿A dónde vas?
-Más abajo...
-A mi casa, respondo en tono muy bajo.

Quisiera quitarme éste oscuro velo de miedo.
Quisiera arrancarte esa camisa y pegar mi cuerpo tibio al tuyo sin reproches, no me lo permito, no me atrevo.

En tus ojos grandes y brillosos voy nadando hasta quedarme sin aire, me ahogo sin remedio en mis ganas.

¡Tócame, desnúdame!,amasa mi carne, rocíala con el río que llevas dentro, hornea el deseo en tu fuego, no me dejes así, vámonos de aquí.

Mi boca continúa cerrada, llena de miel, escuchando tu
entusiasta conversación del próximo concierto.

-¿Quieres acompañarme?
-A donde quieras
-¿Cuándo?
-Mañana
-Ahora
-Ok.

Repito una y otra vez cuánto odio quedarme callada
¿Qué necesito para tener valor?
¿Acaso tu proximidad no basta?
¿O es que éste deseo en cadenas que recorre mi cuerpo erizándolo, no es suficiente para callar a mordidas tus labios?

Te alejas un momento, vas a sacar del horno las conchas. Me pides que te espere, aquí me quedo, sigo detenidamente tus movimientos, me gusta tu cadencia.

Luego me veo despojándote de esa expresión de inocencia que caracteriza tu rostro, cómo tu sonrisa se deforma, cómo tu cuerpo se retuerce en un espasmo mientras te sujeto entre mis piernas, ya te aprisioné, mi humedad te baña, te tengo atenazado, no quieres escapar, me taladras, embistes tiernamente la herida, la marea crece, enmarcando la realidad de éste tiempo retorcido entre las sábanas, no pares, no temas, pronto explotaremos al unísono de nuestros actos, pronto ya no seremos dos, pronto miles de fragmentos lloverán sobre nosotros dejándonos ciegos, haciéndonos brillar, pronto no existirá más que el silencio...

-Perdón, ya regresé, ¿entonces, mañana?
-Quiero lamer tu cuello
-Mañana- contesto agitada.

Salgo sofocada, necesito aire, compré dos panes, saco un cigarro, lo coloco entre mis labios, no lo prendo, juego con el, le clavo un poco los dientes.

Mañana, mañana, me repito muy bajito al momento en que empieza a llover.


ENERGIA CIEGA

Corro muy rápido,
huyo veloz,
intento aplastar el tiempo con mis pasos.
Creo escapar de él.

Volteo,
veo lo que dejé atrás
como un pequeñisimo punto
ilegible en el espacio.

El viento me proyecta
en todas direcciones
me saca del camino,
temo caer.

La imágen que dejé,
ya muy lejana,
inalcanzable a la vista,
es obstinada en la memoria;
sus intermitencias ciegan,
no me permiten continuar.

Sigo atrapada en mi carne,
grito, no logro olvidar
soy presa de mi persona,
me hundo bajo mi piel,
me ahogo en éste aire.

Corro, corro,
sin rumbo,
esquivando mortales horas
que me acechan.

Soy un torbellino de angustia,
nace de mi centro,
arraso objetos,
tachuelas,
sujetos que salen disparados.

Soy un hoyo negro,
que va devorando estrellas,
consumiéndo su luz,
transformándola...
en energía ciega.

PALABRITAS




Pequeñas palabritas brincan sobre mi piel
sus patitas me rozan,
recorren veloces mi pensar,
tintinean ante mis ojos.

Son chiquitas, prístinas,
algunas más largas y más necias
se sienten cual cienpies
llegan bailando alborotadas,
se empujan, se enciman,
no las puedo distinguir,
a veces me asustan,
parecen invitarme a aplastarlas
a deshacerme de ellas,
a no recordarlas jamás.

Juntas me jalan, me mueven
tiran de mis hilos a su antojo,
se posan en mi lengua
y luego saltan;
minuciosas van tejiendo
cual gusanos silenciosos
el ropaje de mi ser,
hermosa tela me viste
tan fina, tan ligera, colorida,
me hace más bella,
más mía, más yo...